Carlos Julián Fonnegra González, mi padre, nació el 28 de octubre de 1965 y falleció en 1998 en un accidente de tránsito, un fatídico 3 de marzo cuando yo tenía 9 años. 

Mi abuela me dijo un día,  quizás tenía yo alrededor de 11 años, que mi papá pasaba horas y horas al frente de su máquina de escribir, se me ocurrió entonces buscar los escritos de Cawi, los busqué en el closet de mi abuela, en los closets de las tías, en las 3 bibliotecas de la casa, libro por libro. Era una idea recurrente de la adolescencia, encontrar los escritos de Cawi. Finalmente nunca encontré nada y la idea se fue desvaneciendo. 

Fue una tarde, muchos años después, cuando tenía 25 años, que me escribió una amiga y expareja muy querida de mi padre, Dora Mesa, para decirme que tenía algo para mí. Concertamos el encuentro y al caer la noche tenía yo en mis manos, los escritos de Cawi, los escritos que tanto busqué en la adolescencia. Meses después Ángela María Portilla, también una amiga querida y expareja de mi padre me regaló una segunda parte.

En este blog los libero al mundo: 

 

Le vi debatirse en el verde marañoso,

con un odio de loco juvenil en los ojos,

y por un momento la gota de lluvia destellante, lanzó a la claridad del día su esbelto talle, recordaba tal vez a su mujer primigravida

o soñaba con vivir al terminar la guerra.

El ruido confundió el espacio y entre los sueños

de su corazón, el impacto y la luz;

se enceguecieron su infancia y su juventud.

Antes de alejarme…vi como moría.

 

Carlos Julián Fonnegra

1988

 

La fábula de la zorra y las uvas tiene su significación en la continua justificación que hacemos de nuestras propias imposibilidades, luego de varios intentos y saltos por alcanzar las uvas, desiste de hacerlo y cuando se aleja se dice a sí misma: No importa, estaban verdes.

Desde nuestra infancia se fueron forjando nuestras imposibilidades, unas que nos impusimos a nosotros mismos, otras que vinieron del exterior y de la interacción con los demás que no pocas veces frustró y limitó nuestras aspiraciones. Con los años ya fue más clara la aceptación de que habían espacios a los que no podíamos acceder, aspiraciones a las que había que declinar. Hoy, cuando supuestamente ya se han definido los perfiles que marcarán nuestra ancianidad, tiene mucha vigencia esa contienda entre todas cosas que por su condición de negativas o positivas, conducen al desarrollo o afectación de ese sí-mismo, todavía en la lucha por establecer cuáles sueños de ese pasado repleto de esperanza y audacia aún merecen de nuestro esfuerzo, si no por alcanzarlos, sí por el mismo placer que crea la competencia de nuestras propias luchas. Pero, la negatividad que se ha ido afirmando en nosotros constituye la piedrita en el zapato que nos desalienta la mayoría de las veces a emprender las empresas difíciles. Tal vez parece ser necesario, ahora que se ha perdido un poco ese sentimiento infantil de poder alcanzar las metas, el aliciente del amor, -gasolina para nuestro agotamiento-. Tal vez a falta también de esto, haya que buscar en lo más recóndito de nuestro ser, las razones para emprender una fiera lucha por lograr encaminar nuestra madurez hacia una vejez productiva y feliz. Parece por ahora, ésta, una edad de encerronas e imposibilidades. En todo caso siempre hay un nuevo día y según dicen, nunca es tarde para reemprender la tarea de la formación personal. Los recuerdos conforman finalmente un escudo que nos empuja en cada situación hacia uno u otro lado, en ocasiones nos marcan hasta tal punto que dirigen nuestras acciones, inclusive hacía actos eminentemente negativos, verdaderos autocastigos, a veces. Construir momentos felices es asegurar recuerdos que serán nuestra fuerza y determinarán nuestras acciones futuras, acumular los amargos es ensombrecer el porvenir. Esto hasta donde nos es posible y esta es la tarea que nos corresponde realizar cada día, en cada momento: tratar de ser felices.

Para terminar estas disertaciones, bien puede decirse que sería realmente fantástico que las cosas mejoraran, que la vida nos concediera la posibilidad de realizarnos, dentro de una órbita de tranquilidad y alegría, que cada amanecer tuviese la novedad de constituir una promesa sobre el porvenir. La realidad es, al menos para mí, muy diferente a estos deseos, pero, nada se opone realmente a que muchas cosas cambien, aún dentro de la existencia de la enfermedad, de la cercanía de la posibilidad de la muerte, la vida está llena de actos de heroísmo, y debe ser rescatada. Ha sido de todos modos un camino difícil, a veces amargo, que nos enseña, -si logramos superar esta época difícil-, a defender cada momento de paz en nuestra vida, a reclamarnos cada momento la necesidad de defender nuestra tranquilidad personal, la convivencia pacífica con los demás y sobretodo el desarrollo progresivo de nuestra personalidad.

En un día como hoy, vayan mis parabienes.

Carlos Julián.

Fin.

Angela María:

Te dedico, sin copias, el siguiente canto.

Larari Lararararan Larirara ra ra aaaa

En Belén nació un pastorcillo, 

de ojos negros y suave sonrisa… 

de corazón triste y sueños utópicos.

Le vio su tierra crecer como un suspiro, 

enamorado de sus ovejas….

Tan tarin tarintan tan tan tarin tarintan…

En Belén murió un pastorcillo,

a causa de un amor desesperado….

No mueras de amor, ya no se usa… 

en esta época alegre de la vida, 

pero, si te toca, escoge una mañana soleada, 

recuesta tu cabeza en Dios, y sonríe,

recuerda que morir, no es morir.

En Belén pasa la brisa sin prisa, 

ha llegado un nuevo pastorcillo, 

tal vez se quede para siempre,

La ri ra ri ra ra ra ra ra….

Que sea una mañana tierna y soleada, 

que tenga una sonrisa valerosa,

Ya lo que pasa pasó, 

y el final del camino marca la meta, 

y atrás se queda todo, 

acaso pueda el espíritu olvidar las heridas, 

será jo jo jo jo jo jo jo, un nuevo día, 

tal vez exista el amor.

Sumamente lerdo y peludo y pequeño, es el perezoso. Se alimenta de las hojas de los árboles y otros vegetales. Es amable, tierno y silencioso. Su piel está cubierta por una pelambre grisácea, es inofensivo y puede por esto, ser presa fácil de otros animales.

Los niños iban llegando a la hora fijada. Se veía en cada uno la expectativa propia de la aventura que apenas comenzaba. Todavía a punto de partir en el vehículo que nos llevaría hasta el bosque, las familias revisaban los morrales, empacando alguna cosa, o simplemente cuadrando de una forma más cómoda el peso. Una vez allí, seguiríamos caminando por varias horas hasta llegar al lugar de la cascada, donde instalaríamos el campamento.

Luis, presente. Antonio, presente. Hugo, presente. Octavio, presente. La lista al comenzar. Alicia, presente. Estela, presente. Andrés…dónde estaba Andrés?.

Fue una verdadera odisea lograr que los niños llegaran a salvo a la cascada. No fue necesario insistir en que pronto oscurecería y cada carpa debía estar armada, junto con algunas construcciones, tales como un fogón de leña, un colgadero de ropa, un locero, y otros. Luego encendimos la fogata y los niños devoraron esa misma noche todas sus golosinas. Al día siguiente sobraba arroz, papa y yucas y faltaban el azúcar y las galletitas.

Si Andrés, es cierto que Antonio metió el pie derecho en la olla de chocolate caliente, y que Hugo saltó desde la roca más alta, hasta el charco. También es verdad que hizo mucho frío y llovió casi todas las noches. Que cantamos mucho y nos divertimos de lo lindo. Y que ya de regreso en el bus nadie paraba de hablar y de recordar la acampada.

Y, entre otras cosas, tú por qué no fuiste? Ah!, ya entiendo, perezoso, te quedaste dormido.

Fin.

En las montañas del Turipaná, región selvática y fértil, ajena todavía la mano del hombre, repleta de grutas y riachuelos, habita desde sus orígenes la especie de los Chueties, animales de noble instinto y avivada sagacidad para la recolección de frutos. Monos de corto tamaño y suave pelambre, viven organizados en numerosos clanes, pacíficos y hogareños, distribuyen entre sí las tareas cotidianas y una vez realizadas dedican su tiempo a los más diversos juegos en los que sobresalen la camaradería y la mutua protección. Hábiles reproductores, minuciosos y tiernos en el cortejo han venido poblando desde tiempos remotos la vasta arboleda.

Con pocos enemigos naturales y abundancia de recursos, los Chueties veneran a sus primates ancianos, quienes en la lenta movilidad de los copos vigilan constantemente como si presintiesen la llegada del peligro por doquier. Lentamente perdida su habilidad de trepadores, reciben de los más jóvenes las necesarias atenciones.

Es el paso del tiempo el que determina las jerarquías, todos parecen reconocer a los más viejos y absolutamente todos miran con vehemente deferencia al más anciano de todos, el rey de los Chueties. Casi ciego y postrado en la casa que naturalmente se construyó encima con el entrecruzarse de las ramas, parece evocar tiempos ya idos, y los días transcurren en la monotonía de las cosas hechas ya mil veces, y los sonidos le confunden y le llevan a otras épocas. Todo es ahora igual y ya ni el sueño, ni los apetitos de antaño le alegran la vida.

Desde los primeros albores de la mañana ha sentido que no es un día como cualquiera, aunque todo es igual. En su interior ha percibido una cierta alegría sin explicación y a todos los que han pasado a su lado ha acariciado con ternura paternal y en ellos ha visto la sombra de sus ausentes. Las horas han transcurrido lentas y tranquilas y escucha el bullerío de los que en las cercanías se divierten apasionadamente. Su noble compañera, cómplice de las últimas décadas le mira como si en su sabiduría innata hubiese descubierto que no es un momento como todos, pero, su comportamiento no es diferente al de siempre. Solamente le mira desde lejos más a menudo que antes.

Al anochecer los primates han caído en una inquietante quietud, unos y otros perciben una extraña presencia en el ambiente y tímidos buscan refugio unos a otros. El viento se ha quedado quieto y la selva es más oscura que siempre.

El rey de los Chueties se ha quedado dormido…dormido para siempre.

Fin.

 

Santa Helena, Febrero 25 de 1990

Querida Angela María.

Hemos cambiado mucho, definitivamente. En Septiembre 29 de 1987 – para un historiador las fechas son fundamentales-, – te escribí algo que comenzaba así. El día con su neblina gris está lo suficientemente triste como para que me esfuerce por revolcar en el fondo de mi manera de hablar o de escribir, palabras que de alguna manera tapen un poco más el sol…”. Con un costoso regalo que terminó tal vez en las manos de una prostituta de Lobaina, un sopladero. Me estaba diciendo a manera de broma que si me hicieran vivir mi vida otra vez, les hacía nau con la mano, y entonces me – encontré en ese instante con la mirada del Jesús, Buen Pastor, -del cuadro obviamente-, y entonces toqué madera.. Hay, ese término es sin h., …ay, es que como decía ese actor Colombiano, en una telenovela. “Hay que saberlas maduras para comerlas”. Hablaba también acerca de que -es casi la única manera de utilizar el término de que, sin caer en el dequeismo- la personalidad, la verdad y el pensamiento cambian a cada minuto, y que mi vida era un continuo juego de pocos compañeros y muchas limitaciones, pero, que con todo y eso, valía la pena quedarse jugando. Pobre de mí, cuán perdido estaba. La verdad es inmodificable y el pensamiento no tiene nada que ver con la verdad y la vida no es un juego, va tan en serio que uno ni se imagina. Se que compartes íntegramente mi creencia o mejor, mi certeza sobre estos conceptos, y que antes compartías la certeza de mis errores. Somos incomparables hoy a lo que fuimos hace tan poco tiempo, hace aproximadamente tres años. Me da una pena releerme. 

La vida no era ni tan buena, ni tan mala, como nos imaginamos que sería. Y de alguna manera llegamos a lo más alto a lo que puede llegar un ser humano, a saber que somos apenas parte del universo, y no éste, parte integrante de nosotros mismos. Entonces una mañana nos dimos cuenta de que llevábamos un poco más de dos décadas sin sentir la presencia del sol, sin darnos cuenta de esa inmensa verdad., que somos seres temporales!. Que son 40, 50, 60 años?. Y la madre, que eso cambia todo el cuento. . Coja la camándula y peque y rece, que el que peca y reza, empata. Y que conste, que eso tan sencillo no lo habían dicho hasta la saciedad, y tercos como unas mulas, gástele tiempo a la tristeza, autodestrúyase. Estoy oyendo un hermoso disco de John Lenon, “Imagine”, si pudiera representar en el papel lo que estoy sintiendo, …”imagine a toda la gente unida viviendo en paz…”, – y lo mataron!. Un idiota le pegó unos balazos, cuando llegaba con su esposa Yoko. Le cegó la vida a un pacifista. Y cuando lo interrogaron se pavoneaba diciendo..”…Había traicionado a los beatlemanos…”.

Estoy por primera vez en mi vida, o tal vez segunda, enamorado. No es tan terrible amar, tal vez…, mejor no hablo de eso, en el amor nada es cierto, ni es mentira. Todo es según el color del cristal con que se mira. 

Dios me perdone, pero, a veces desconfío de sus fines. Es que hay personas a las que les va tan mal. Vea esos cristianos que se los comían los leones. A mi me da un miedo de que Dios me tenga preparado un circo de esos. Y vuelvo y digo, que si así es, imploro únicamente fortalezą. Pero, me da un miedo terrible. La semana pasada que estuve en Medellín, un domingo en la mañana, que estuve todo el fin de semana esperando la visita que nunca llegó, me llamó la atención una música extraña en las torres del marco Fidel y fuí a mirar de dónde venían. Era un grupo de personas de alguna secta religiosa, con una fe extraordinaria, me puse a llorar al escucharlos cantar y verlos moverse felices adorando a Dios, teniendo sus manos al aire, sonriendo siempre. Qué extraño.

La luna está casi llena, mañana o pasado lo estará. Me tocó aquí y no al lado del mar, como pretendía. Es un mal presagio. Pero, estoy preparado para combatir todo peligro. El dictamen del I Ching, me ha advertido durante dos veces consecutivas cuando le he preguntado por la conveniencia de viajar, que debo tener precaución de los enemigos que atrae el momento astral. Qué puede pasar? No encontraré a quienes busco, ó me encontraré con guerrilleros o matones?. La última opción no me da miedo, la primera sí. Claro, que se supone que voy buscando una alegría y una paz que está dentro de mí, y no en los demás. Pero, cuánto me vendría bien una mano amiga. Espero de todo corazón que a última hora no te antojes de ir, porque tus amigos médicos te ayudaron. Esta última parte tiene su censura. Lina María es la psiquiatra que me creyó todo ese cuento de mi necesidad de ir al mar. Me habían advertido como era ella y tenía preparada una actuación melodramática, esquizofrénica si hubiera sido necesario. Cuando salió parecía la secretaria, -me la imaginaba con cara más académica-. Me señaló y dijo. no… yo la señalé y le dije . Ud. debe ser… y ella me señaló… (me metí en un párrafo de esos que no tienen salida). OLVIDEMOS LOS ÚLTIMOS DOS RENGLONES. Lina María se creyó mi cuento, y espero poder demostrarle muy pronto que hizo lo correcto.

Ahora no le vas a vender esta carta a un diario sensacionalista, buscando hacerte famosa. Espera bobita que yo soy como el rey midas que valorizo todo lo que toco. Esa es, a propósito la historia que más me impresionó cuando niño. La del Rey Midas. Es más o menos así ., . En un lugar muy bello y muy lejano…(mentiras olvidemos el principio), y el rey Midas que era tan ambicioso…(mentiras, tratemos de no hacer calificativos odiosos). El rey midas era un hombre muy afortunado, aunque no lo sabía, (ahora sí empezó como debe empezar un cuento bien escrito), y digo, no lo sabía, porque vivía siempre triste, sollozaba día y noche porque no tenía todo el oro que añoraba. Y sin embargo en su castillo todos comían carnes y frutos, y sus jardines tenían flores en abundancia. Había una fuente de donde se sacaba agua cristalina y fresca. Nada faltaba. Y había contagiado su tristeza a quienes le rodeaban. La familia real también vivía triste en el hermoso castillo. (Por prudencia, me reservo algunos aspectos de la vida privada del rey Midas). El caso, es que a este lo premiaron los dioses, o más bien lo castigaron, porque, esos dioses nunca hacen un favor bien hecho, dan y al mismo tiempo quitan. Como el que tenía una manito dañada y le fue a pedir el milagro a la Virgen del Perpetuo Socorro, y Dios me perdone la mala mención de la Santísima Virgen-, a que le ayudara y le dejara las manitos igualitas, y le hizo el milagro, le quedaron las dos malitas. Así le pasó a este pobre rey. Le dieron la facultad de poder convertir todo lo que tocara en oro, ni más, ni menos. Y véale la dicha, la sala de oro, el comedor de oro, los tenedores de oro. En fin, todo lo que iba tocando en esa danza de felicidad, lo iba convirtiendo en oro, el pendejo este. Agua, Dios, Misericordia! -dijo la reina, apenas se asomó al salón. Y perpleja se sentó en esa dureza de silla. El rey se vino a explicarle y mientras le cogía la mano le dijo. Pero, mija, no se ponga brava, vea que es oro. Y en el acto se le convirtió la reina en oro. En esas llegó la hija corriendo y le cogió la mano y le dijo. – Apá!, que le hiciste a mi mamá. Y otra de oro. Se fue después a tomar agua y lo mismo, se llevaba a la boca un pedazo de carne deliciosa y ya en la boca tenía un lingote de oro. Ahora, si podemos ir sacando una conclusión. La historia nos enseña:

lro., que cuando le queremos indicar a una persona que sin lugar a dudas no tenemos plata, decimos, – Vos es que me viste cara de rey midas o qué? No me sigas jodiendo que yo no tengo plata!. 2do., que está terminantemente prohibido pedirle a los dioses milagros, diferentes a la salud y a la comida. Porque si por ejemplo le pedís marido, te lo da, pero, o te quita la salud o la comida. Está sonando la música de “Aura o las violetas”, que lo daban por televisión y actuaban no más los Botero. Aura, era Maria Cecilia Botero, por ejemplo. Debe ser una clásica de la música. Es un cuento muy bonito, a mi me hizo llorar.Debe haberte entregado Leonel, mi alegato ante la personería. Todos los días me convenzo más de que soy muy buen abogado, si hay por donde alegar. Con mi oficio a la procuraduría, éstos se van a ver obligados a defender mis intereses, cuando menos a advertirle a sus colegas que se cuiden de no violentarme ni un tris, mi derecho de defensa. Y estos pendejos que son como borricos, y se metieron no más por echarle cepillo al personero, se van a ir corriendo a donde Estarita, a que les diga que hacen. Y si tengo razón, el personero se va a ver en un aprieto, porque si les dice que le dejen el expediente que él contesta el alegato donde pongo en tela de juicio la moral de su personería, se le van a sentir sus abogados, unos ineptos. Y si se queda callado, como le deja a esos ineptos tanta responsabilidad. Y es que se confundieron otra vez. A mi me dió risa dentro de la normal preocupación al ser atacado por alguien tan poderoso. Aunque fueron más claros en sus argumentos, se les olvidó decir porque un Inspector de Policía no puede hacer un contrato de depósito, es que están convencidos y creen que es tan clara la ilegalidad de ese depósito, que no vale la pena debatirlo. Y si fuera la primera vez, pasaba, pero, como Guillermo Leon, como sabía que iba a renunciar, se la tiró al personero en venganza y le decretó una nulidad supralegal por violación al derecho de defensa, y están anunciando por radio como campaña bandera, que quien se crea perseguido en sus derechos humanos puede llamar a las procuradurías y personerías. No va a ser tan fácil acabar conmigo, senior Estarita. Claro, que en el de la Sociedad, me tiene de pies y manos, pero, si pierde aquí y se le va la mano en la sentencia del otro, hasta de pronto puede uno alegar que se está vengando. Por la vida, hasta la vida misma.

Hemos cambiado, sí. Y para mejorar. Y a un costo muy alto nos tocó aprender. Pero, al fin podemos detectar quien es el enemigo, ya no es oscuro el horizonte, ya no hay cosas desconocidas, al menos en lo que respecta al arte de vivir. Ya no nos es dado tener miedo. Y esperar qué?. Acaso no lo tenemos ya todo, o seguirá pasándonos una y otra vez como al pobre rey Midas? Claro que no. Hemos dado un orden diferente a nuestra escala axiológica. Como dice Nietche, ” Todos los valores sirven a la vida, pero, ésta a ninguno.”. Tengo miedo de mirar hacia mi futuro, casi puedo concentrar me en un ejercicio de yoga, y verlo frente a frente. – Es un calvario, o es sosegado y tranquilo, o ambas? . Y sobre todo, hacía adelante podemos hacernos algunas conjeturas, sin lugar a error, el gran final, ó porque no decirlo,… el gran principio. Y venga Hamlet. Venga señor Chaquespeare, que voy a aventurarme a dar una imagen certera de la vida y de la muerte, y lo necesito para respaldar mi tesis. Hagamos una pausa. 

Parece que es cierta esa frase teatral, “La vida es una tragedia”. Veamos en la tragedia de Hamlet, el momento en que hace algunas consideraciones sobre la muerte. Acto Tercero, escena IV. HAMLET.- Ser o no ser, he aquí el obstáculo. Qué es más digno para el espíritu, sufrir los dardos penetrantes de la fortuna injusta u oponer los brazos ante este torrente de calamidades y darles fin con atrevida resistencia?. Morir es dormir. -No más?- Y por un sueño, diremos, las aflicciones se acabaron y los dolores sin número, patrimonio de nuestra débil naturaleza…? Este es un término que deberíamos solicitar con ansia. Morir es dormir… y tal vez soñar. Sí, he aquí el obstáculo. Porque como no considerar qué sueños pueden sobrevenir en el silencio del sepulcro, cuando nos hayamos librado del torbellino de la vida. He aquí la consideración que hace tan largo el infortunio. Porque, quién si esto no fuese, aguantaría la lentitud de los tribunales, la insolencia de los empleados, las tropelías que al paciente mérito ofrece el hombre indigno, las vejaciones del amor, el quebrantamiento de la salud, la violencia de los tiranos y el desprecio de los soberbios. Cuando todo podría acabarse con un simple estilete. Quién puede tolerar la opresión, sudando y gimiendo bajo el peso de una vida absurda, si no fuese por el temor a sueños que pueden sobrevenir al sueño de la muerte, aquel lugar cuyos confines no vuelve atravesar viajero alguno. Esta previsión nos hace cobardes, así la natural tintura del valor se debilita con los barnices pálidos de la prudencia y las empresas de mayor importancia por esta razón no se ejecutan, mud? camino y se reducen a designios vanos.”…

La vida es una tragedia, -lo digo en término teatral-, porque la vida es una tragedia, -en el sentido de desgracia-, para quien quiera sentirla así. Aunque seamos ciegos y nos neguemos a reconocerlo, y nos castiguemos por amarla, la vida sigue siendo hermosa, aunque la muerte llegue. 

Aventurarse a hablar de morir, tiene como primera cosa, la advertencia de que se trata de puras especulaciones, el único que puede contar la historia es el que fue y vino, -claro que desconfío de los que testifican de haber ido, y haber vuelto. Es que el hombre termina creyéndose sus sueños, y lo que el hombre al parecer no va a poder dominar nunca, es el no morir. Esa región cuyos confines no vuelve a atravesar viajero alguno. Juntemos todo lo que han dicho sobre esa región, el Hades. Lo primero que oímos sobre la muerte, es que todas las personas tienen una continuidad, que si fueron malas pábajo, si medio malas, ó medio buenas, pal purgatorio, y si santos, porque para no ser malo ni siquiera a veces, se necesita ser santo, para el cielo. El infierno nos lo imaginamos, como la prolongación indefinida de una alcantarilla, y abajo gente quemándose y un diablo de color rojo con un tenedor, que tiene un nombre que no recuerdo. El cielo lo podíamos ver en días que no fueran nublados, y nos ayudaron a representarnoslo mentalmente con esas pinturas de angelitos sobre nubes. De ahí que cuando las primeras tentaciones, uno se decía . “…pa’ montarnos en una nube, tiempo sobra! y pecabamos delicioso. Y del purgatorio ni decir nada, podía ser cualquier lugar menos malo que el infierno, y menos bueno que el cielo. Me imagino, que ahora la iglesia moderna recomienda no enseñar a ese Dios castigador, sino, al Dios amigo, a ese buen pastor, que no castiga el sufrimiento y la debilidad de sus palomas, corrijo, de sus ovejas, sino, que las cuida y con lecciones de amor,  que pueden ser, o tener más consecuencias en cuanto a nuestras posesiones en el mundo, que morir quemado, pero, que en todo caso, siempre llevan consigo una puerta de amor, un camino para que resucitemos. Así le han llamado a ese transformarse – en otra cosa. En que será? Si nos vamos con lo de la reencarnación, podemos volver a vivir en una vaca, o en el niño que está por nacer. Pero, desconfío de esta teoría, porque es demasiado bueno para ser verdad. Quién no ha soñado volver a nacer nuevamente. Si muriese y se pudiera volver como un ángel, te prometo que me voy a quedar un buen rato viéndolos vivir y pegándoles empujoncitos. Claro, que a mi todavía me falta todo un apostolado, ya me quisiera yo salvar de muchas, pero, aunque nos revelemos y nos creamos muy poderosos, el destino no depende de nosotros mismos, y más cosas perdemos, mientras más nos revelamos contra él. Como decía Julio González, todo es tan complejo, que el solo inventario de la vida, es interminable. Le ruego a Dios que fortalezca mi fe, porque voy a necesitar tenerla, para no desconfiar más, para no volver a tener miedo, ni en la más terrible circunstancia, para saber a ciencia cierta cuál es mi camino, de qué manera debo predicar su palabra, una vez la conozca, porque, no veo todavía claro mi futuro, pero, nunca he estado más cerca del conocimiento de la verdad como ahora. Y qué curioso, aunque creerán que estoy loco, ya no puedo pararlo, llegaré a donde le gustaría llegar a todo filósofo. No podemos de ninguna manera ser inferiores a lo que Dios quiere de nosotros.

Que su presencia invada siempre nuestros corazones,

Carlos Julián,

Tiempo después, para el joven príncipe, el día de su llegada al castillo custodiado por los esposos Burkes, después de atravesar inmensos parajes, y el recuerdo de su primera mirada desde la carroza real detenida en el portal, junto con su querido amigo y maestro, y su malhumorado cocinero; representaría un momento que le habría marcado definitivamente para siempre. Todavía, ocasionalmente, solía soñar con Amanda Burkes, quitando y poniendo las pesadas cadenas que le separaban del exterior, mientras lo miraba con sus ojos de carcelera. Entonces, era apenas un niño, y ella una reina sin corona. Desde su pequeña casa aledaña al palacio vigilaba cada uno de sus movimientos, sembrando su cizaña amarga. Enrique y Amanda Burkes ya no estaban, su cocinero – único testigo de su principado-, había envejecido y, atacado por el reumatismo se paseaba como un alma en pena por los oscuros corredores. Don Fidel, había muerto recientemente, y con ello, había nacido en él la necesidad de abandonarlo todo.

Se marcha, Majestad. Eso es imposible. – Le inquirió el cocinero en tono suplicante.

El Príncipe Kant arrojó su vieja capa al suelo y dio una última mirada al castillo y a los hermosos jardines, montó su caballo, acomodó sus alforjas y traspuso la pesada puerta, que desde hacía mucho tiempo había permanecido abierta. Algunos campesinos se habían acercado, incrédulos ante la noticia de la partida del príncipe.

Comenzó así su viaje sin rumbo fijo, mientras hacía remembranzas de su pasada vida. Su partida -y todos lo sabían-, era impostergable.

Había cabalgado durante algunas horas por veredas deshabitadas y caminos de herradura, cuando divisó una vivienda y en el umbral a dos hombres maduros que hablaban entre sí. Se había acostumbrado un poco a su soledad y le inquietó algo, la presencia de estas personas. Aminoró la marcha y pasó junto a ellos. Los hombres guardaron silencio y desviaron la mirada del transeúnte. El príncipe, continuó su marcha visiblemente incómodo por la situación y no habiendo recorrido más de cien metros, escuchó como, en tono picaresco, uno de ellos le decía al otro.

– Es el príncipe Kant.

Sin inmutarse y continuando con su ritmo, alegre y confiado, lleno de esperanza, se prometió a sí mismo llegar hasta donde tuviese que ir.

Apenas comienza. – Se dijo el príncipe, para sus adentros. Y con la buena compañía de sí mismo, siguió su camino.

Fin.