Ante aquello que sé y no puedo nombrar

solo el silencio puede guiarme hacia el acierto.

Como un la bemol tras un sol

estos reconocimientos se presentan de forma tan natural

que no sé qué sé ni sé qué no sé

y me descubro ave hallando el norte en mi primer vuelo migratorio.

 

I

Al mirar a través de las manchas

brota la metafísica del significado

la metafísica del significante

que atemporal

subyace a figuras no relacionadas

como lienzo del eterno devenir de las cosas.

II

No hay letras que abarquen la realidad tal cual es

no hay muros que logren poner límites al espacio

cuando en esencia el silencio es intacto e intrínseco…

III

¿Puede la respiración despertar un siglo aletargado?

Transcurrir en el tiempo es equivalente a recorrer el espacio sin posibilidad de retorno.

¿Puede al menos la consciencia del tiempo transformar las huellas?

IV

Hay un metalenguaje que rebasa la experiencia

y es imagen autista

símbolo puro

silencio

verdad natural.

V

Cada objeto ha vuelto a ser sincero

cada palabra un cúmulo de letras

nada más

nada.

 

 

El duramen late desnudo de albura y corteza

siente el aroma vendaval

el suave contacto, impulso hacia lo profundo

el ruido de la ciudad, frecuencia intrínseca.

La tristeza alza sus brazos al viento que se acerca y la recoge 

emerge de la raíz

y permanece viajando cerca.

Interno

un antiguo crepúsculo tibia la estrella a punto de hundirse en el horizonte añejo.

¿Qué experiencia profunda subyace a mis experiencias hoy?

Hallar las preguntas que develan el misterio íntimo

que se esboza afuera

tal vez

en el café que se riega

tal vez

en el pájaro que espía en la puerta

es a veces más difícil que hallar las respuestas.

Cuando la marea está baja se contempla el mar tranquilo

cristalino

tomo la careta y me sumerjo en el viaje hacia el color

de las cosas que emergen de lo profundo.

Nostalgia del anhelo de la ola

y ante el indicio de su cercanía

y el olor borrascoso

el cuerpo tiembla: montaña atraída hacia su abismo

deja la sangre fluir

se sostiene

trata de ser isla

y tras reconocerse

unir los granos de la arena.

Quizás por miedo

la isla va alejándose más allá de las palabras

y es mucho más de lo llega a saber que es.

Antes de la primavera

el llanto del recién nacido

rugen las semillas contra la tierra

se rompe el último hielo.

Todo agoniza bajo la escarcha antes de nacer.

En los ojos un dulce dolor atrae a las abejas 

halan halos de antiguos misterios 

y se van para hacer miel a solas.

No puedo dormir porque no apaciguo el ideal del paraíso

el misterio que me guardo crepita

están en ruina los huesos de aprisionar verdades

de cubrir secretos está enredado el cabello en la cripta

se alza la serpiente que a sí misma se devora hacia el abismo

“…no oceans left for scarbenters like me

se separa tu océano del mío.

¿Por qué llegamos al mundo con una sensación de sed insaciable?

De la sed que tengo no me quedan fuerzas para buscar agua

pero esto no es una verdad, es tan solo una sensación.

Por vivir siempre adentro

no puedo contrarrestar verdades: no tengo testigos.

Camino hacia la espiral de mis sensaciones

el recuerdo está vencido y sabe extraño

el presente está desierto

y el lugar donde pongo mis pasos, difuso.

Camino hacia la espiral de las sensaciones

y en el exterior

se revela un personaje ajeno que actúa un conflicto sin motivación

la base es interior y no se dibuja afuera

como resultado no hay identificación

y el drama, que es triste, sólo produce risas o bostezos.

La soledad se agudiza

y en la caída no se halla consuelo en la poesía por falta de estética.

Emerge la ciudad oculta

y no hay nada más cierto

no hay nada más cierto que aquello que no vemos

no hay nada que contenga más terror que aquello

que hemos elegido no ver

el remanente del pensamiento

mundo en negativo.

 

Mi mano desea dormir en el papel

y despertar en un verano de la infancia.

La letra lucha en el renglón

en revolución contra la barbarie

contra la revolución, el descuido.

No hay consuelo hoy para el pulso perturbado

que ensucia la hoja y limpia su espíritu

más tarde

mi pulso

no recordará culpa alguna

ni desdén

ni abatimiento.

Los momentos me arden y me atraviesan,

yo escribo en la oscuridad

sin notar que el lapicero se queda sin tinta.

 

¿Si no recuerdo esta noche,

estará disparada de la línea del tiempo?

 

No quiero ser un fósforo en el agua

ni un dibujo que tan sólo se imagina

ni un poema sin verso final.

 

 

 

Podría sentarme a orillas de la vida a contemplar

cómo el ocaso acaricia las siluetas y las tiñe de nada

mirar cómo mis pasos

no esperan el ocaso, sino que se dirigen hacia él

por haber olvidado temer

por andar absorta en el manto oscuro

que se ve en la noche y se entrevé en los párpados.

A orillas de esta vida

cada hoja cae y cubre poco a poco todo lo que creí ser

me sueño raíz que palpita despacio

y se hunde en la siesta del almuerzo

a orillas de una vida que no se sabe bien de qué es ni en qué iba

y se deja a un lado

como uno de los tantos libros que quedaron inconclusos.

¿Podría dormirme apacible ante el peligro latente?

y al despertar

inmóvil

presenciar la terrible belleza de un ocaso

que devora cada estancia que ya no podré habitar.

 

 

Este segundo ofrece

palabras al azar

y el efímero silbido de un barco de cemento

que expande hacia mí su silencio subyacente.

Flota mi imagen

en botellas que llevan palabras

encendidas por la luna de un océano que aún no amanece

y son haladas por el horizonte

hacia la frontera entre lo que existe y no que no existe.

OSQ

MARÍA FONNEGRA