Este segundo ofrece

palabras al azar

y el efímero silbido de un barco de cemento

que expande hacia mí su silencio subyacente.

Flota mi imagen

en botellas que llevan palabras

encendidas por la luna de un océano que aún no amanece

y son haladas por el horizonte

hacia la frontera entre lo que existe y no que no existe.