Podría sentarme a orillas de la vida a contemplar
cómo el ocaso acaricia las siluetas y las tiñe de nada
mirar cómo mis pasos
no esperan el ocaso, sino que se dirigen hacia él
por haber olvidado temer
por andar absorta en el manto oscuro
que se ve en la noche y se entrevé en los párpados.
A orillas de esta vida
cada hoja cae y cubre poco a poco todo lo que creí ser
me sueño raíz que palpita despacio
y se hunde en la siesta del almuerzo
a orillas de una vida que no se sabe bien de qué es ni en qué iba
y se deja a un lado
como uno de los tantos libros que quedaron inconclusos.
¿Podría dormirme apacible ante el peligro latente?
y al despertar
inmóvil
presenciar la terrible belleza de un ocaso
que devora cada estancia que ya no podré habitar.
OSQ
MARÍA FONNEGRA